Hace 15 años el esfuerzo global para prohibir los diamantes en conflicto comenzó con una reunión en Kimberley, Sudáfrica. Han pasado 12 años desde que la industria del diamante estableció el Proceso Kimberley, un sistema internacional de certificación de diamantes. Con un código legalizado y una mayor conciencia sobre los horrores de los "diamantes de sangre".
Max Rodríguez, de 34 años, le dice a TIME que no quiere que el anillo de compromiso de diamantes de su compañero "esté asociado con el caos, la controversia y el dolor".
Sin embargo, si quiere un diamante extraído, a diferencia de un diamante de laboratorio, es posible que no tenga otra opción.
El Proceso Kimberley reduce la cantidad de diamantes en conflicto vendidos, sin embargo sigue lleno de lagunas, incapaz de evitar que muchos diamantes extraídos en zonas de guerra u otras circunstancias atroces se vendan en los mercados internacionales.
El problema
El Proceso de Kimberley no garantiza un "diamante ético". No protege contra prácticas laborales, violaciones de derechos humanos o diamantes extraídos en tiempos de guerra. Después de que los diamantes salen de la mina, cambian de manos entre 8 y 10 veces antes de que puedan ser certificados para la exportación.
La solución potencial
Según Ava Bai, de Vale Jewelry, en Nueva York, "el deseo de los millennials de comprar de acuerdo con su ética también ha ayudado a impulsar a la industria a adoptar la sostenibilidad". Los millennials quieren un abastecimiento responsable sobre los beneficios de otras marcas, y están dispuestos a pagar por ello.
Veredicto Final
TIME concluye que "la única forma en que la sangre finalmente será eliminada de los diamantes en conflicto es si existe un verdadero proceso de certificación de comercio justo que permita a los consumidores conscientes comprar. Sin este sistema, los consumidores participan involuntariamente en las prácticas poco éticas que sustentan la industria.